Competición

Triste y polémica definición de campeonato del Turismo Carretera

El mendocino Julián Santero se coronó campeón 2024 tras quedarse con la Copa de Oro luego de una agresión sufrida por Mariano Werner en su auto en la previa a la final. Un cierre de torneo que no merecía este bochornoso final.

Por: Juan Manuel Danza

El automovilismo argentino deberá replantearse muchas cosas después de lo sucedido este fin de semana en el autódromo Roberto Mouras de La Plata. Se vivió, quizá, una de las páginas más tristes y polémicas de la rica historia del deporte motor en nuestro país. Algo que manchó y, muy probablemente, haya cambiado el rumbo de un campeonato de manera injusta para todos. Injusta porque no lo merecían Mariano Werner y su equipo, pero tampoco Julián Santero merecía ser campeón con una mancha de semejante magnitud.

La mañana del domingo arrancó complicada por una intensa lluvia que retrasó toda la actividad, pero lo que amagó con suspender la última fecha del campeonato terminó sólo en un cambio de cronograma y las series dejaron la definición del título prácticamente en un mano a mano entre los dos mejores del campeonato: Werner, líder de la Copa de Oro, y Santero, su escolta.

Un mano a mano que se vislumbraba para alquilar balcones pero que no fue tal por una mano negra. O varias…

Las primeras imágenes del auto de Werner, con el entrerriano avisando por radio de una falla inesperada fue el primer golpe de escena. El qué hacer en un momento crucial chocaba contra el reloj y la inmediatez de la largada. Desde la radio, los comisarios deportivos le advertían al puntero de la Copa que podría parar en boxes pero largaría desde el fondo. Algo incuestionable desde lo reglamentario, pero no se tomaron el tiempo de ver algo que las cámaras y el propio Rody Agut, preparador del impulsor de Werner, habían advertido. La falla no fue por algo técnico, fue por algo ajeno al piloto y su equipo.

El reglamento es claro, pero a veces hay que ver un poco más allá de las simples palabras de un texto y analizar más en detenimiento, sobre todo en una instancia tan crucial y con uno de los principales protagonistas involucrado. Lo que mostró la cámara desde el interior del Mustang de Werner es una clara muestra (al menos para quien escribe) de la intencionalidad del hecho. Se ve cómo tres personas (supuestos hinchas de Chevrolet pero difícil de saber) se agachan al paso del Mustang con el 1 en sus laterales y le tiran, adrede, mucho papel a la toma de aire del campeón 2023. Esto, a simple vista y con la adrenalina previa a una largada puede pasar desapercibido, pero no debería. No es justo.

¿Qué se debería haber hecho en esa situación? Difícil afirmarlo con segurida y cada uno tendrá sus propias conclusiones, pero, ante la entrada a boxes y la comprobación de que el auto de Werner fallaba por una acción externa de tres individuos malintencionados (me niego a definirlo como “público del TC” porque eso es otra cosa) merecía tomarse una pausa, atrasar la largada y, al menos para mí, permitirle al entrerriano limpiar de papeles el auto y volver a la grilla para largar desde el lugar de partida correspondiente.

Que el público del TC es pasional es algo tan cierto como viejo, que el folclore de ingresar a la pista ocurre desde hace años y, en parte, se fomenta desde varios factores protagonistas, es tan cierto como que lo ocurrido (intencional o no) no debió pasar y no debería volver a pasar nunca más. Pero mucho más en este caso en el que se ve claramente, y prácticamente al instante, cómo fue una acción premeditada para sabotear el auto de Werner.

Si se podrá encontrar a quiénes fueron los agresores no se sabe, lo cierto es que ya es tarde. La carrera se disputó, el Mustang de Werner largó desde boxes y ya toda la definición se había desmadrado. Sí, podría haber sido campeón si algo pasaba con Santero y abandonaba, pero igualmente hubiera sido injusto que se coronara corriendo así, penalizando por culpa de agentes externos. Los agresores sabrán por qué lo hicieron, quién los mandó o no, lo cierto es que desde la ACTC deberían haber actuado distinto. Repito, ya es tarde y no lo merecían ni Werner, ni Santero, ni tampoco los fanáticos.

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